Danielle S. Castillejo

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La licencia de conducir - Jose Castro

La licencia

Nota del Autor: Este es el primero de muchos otros cuentos cortos que estaré publicando en Las Crónicas de la Justicia. Están basados en hechos de la vida real. Agradezco a Danielle Castillejo por su invitación a formar parte de este prestigioso blog, y al Kitsap Latinx Collective por su apoyo incondicional para servir como voz en contra de la opresión en todas sus formas.

Cuando llegué a Bremerton, una de mis primeras paradas fue al Departamento de Licenciamiento (DOL). Ya dentro de la antiestética oficina, maloliente por las alfombras mojadas y la expresión cansada de muchos de sus empleados, -mal pagos también, quizás- suspiraban ante la interminable fila kilométrica que casi salía por la puerta, una señora reclamaba auxilio a un empleado para que le entregara un reemplazo de su licencia de conducir.

-       “Las cosas se han dañado, antes esto era un trámite de un sólo día”. Decía la señora al empleado, a quien llamaremos Ken.

-       “Lo siento señora, ahora todo llega por correo.” Expresó Ken.

Ante tal reclamo, hubo oídos completeamente sordos. No importó su situación particular, ni que la necesitara en carácter de emergencia. Necesitaba su licencia para tener una identificación con foto para irse de viaje.

-       “Le ruego, por favor, ¡necesito mi licencia hoy!” - Le reclamó y continuó diciendo, “mañana en la madrugada, tengo que ir al SeaTac. Salgo de viaje para ver a mis familiares, y ayer me robaron las pertenencias de mi auto frente al Kitsap Bank y el Starbucks de Warren y la 6ta. Avenida.”

-       “I am so sorry, señora, pero por aquí le entrego este little paper. Le funciona igual que una licencia de conducir. Tiene un código de barra y esta sería su licencia provisional”.

-       “¡Necesito una identificación con foto para poder viajar, no tengo nada mas!” Le dijo la señora, desesperada y casi en llanto completamente. Lo percibí de tan solo mirar su semblante.

-       “I am very sorry, señora” Le dijo Ken (el empleado) con su voz de customer service.

Luego de aquel I am sorry, se marcha la señora derrotada por la burocracia. La fila permaneció inmutable, todo el mundo miraba hacia abajo, a sus Instagrams, Twitter, y Facebook timelines. A nadie pareció importarle. No es de extrañarse, en nombre de la eficiencia gubernamental y las visiones conservadoras, el fantasma del capitalismo burocrático y blandengue está tan normalizado, que no es hasta cuando visitas una de estas agencias donde te das cuenta de la cruda realidad.  El sistema gubernamental de esta nación puede llegar a la Luna, enviar sondas espaciales a Marte, pero no se puede permitir tener un laminador y un buen heater en una oficina tan importante como el DOL. En un county en donde para el 2022 mas de 260,000 autos transitan por sus calles según estadísticas de ese mismo departamento, ¿cómo es que no puede haber un laminador para los ciudadanos que deseen tener su licencia el mismo día?

Utilizando este ejemplo, la opresión sistémica es muy evidente, tener equipo en la oficina de licenciamiento es muy caro, and you know, my taxpayer money can’t afford that. Nos roban los taxes en la cara.

Sin embargo, esta historia no termina aquí. Este quien narra la historia, era el próximo en fila.  El fantasma de la ineficiencia, engendrado y normalizado en esa oficina se pronunció presente cuando Ken gritó a toda boca:

-       “Next in line, please. How may I help you?”

Con mi Inglés de primerizo, le fui explicando mi situación. Le dije que era de Puerto Rico, que no había llegado hace tanto tiempo, y que necesitaba cambiar mi licencia porque establecí mi domicilio.

En ese momento a Ken se le viraron los ojos. Me dió su tan esperado sermón burocrático. Me dijo que para las licencias out of country,  unfortunately, tenía que pasar la prueba de manejo nuevamente.

-       “¿Me puedes ayudar a entender porque la Licencia de Puerto Rico es out of country para tí?” Le miré con la misma cara de lechuga que me dió.

-       “What do you need to understand?” Ken frunció el ceño.

-       “Why is it out of country?” Le volví a preguntar..

-       “¿Puerto Rico?”, como que me preguntó. "Pero eso es fuera del país."

-       "No, no es fuera del país", le dije. "Puerto Rico es un territorio de los Estados Unidos."

Prosiguió con su acto teatral buscando los manuales en papel, los cuales nunca encontró. Corrió por toda la oficina buscando a su supervisor quien al parecer se había ido de break. Uno de sus compañeros, le dijo que buscara los manuales por internet, que estaban en la página del dí-o-él.  Ken me dijo que tenía que atender a la próxima persona porque “I was holding the line… and that I will get back to you as soon my supervisor is here, though, I am pretty confident that Puerto Rico is out of country because is overseas and these type of driver’s licenses need to pass the drivers test again.

-       “That’s impossible! I read the DOL guides last night! Puerto Rico is not out of country, even that I look like someone outside of this country!” Le dije firmemente, recordando a la señora que él atendió antes. Me dió la impresión que simplemente Ken no quería siquiera estar en aquella oficina. Juro que justo ahí, me sirvió con la vieja confiable: “you need to calm down”

-       I am not moving from here. I just did the line and waited for almost an hour. I am not waiting another one.

Me miró de mala manera, le salí bravo. Le tomó menos de un minuto consultar el manual en línea, cuando encontró una referencia a las licencias de Puerto Rico.

El mismo manual que me leyó decía super claro que Puerto Rico era out of state y no out of country. Mientras me citaba el párrafo, él mismo se interrumpió y me dijo, que aún así “I’m pretty sure that Puerto Rico’s license needs to pass the exam again, but I need to consult with my manager just to be sure.

-       “Cabrón, te pillé” Le dije inteligiblemente.

-       What was that?

-       Nothing. Le respondí

Llegó el manager con su aromático olor a papitas de McDonald’s. Nota aparte, me impresionó la aparente igualdad del capitalismo. Las papitas aquí en Bremerton y en Puerto Rico huelen de igual manera. En realidad, les confieso, saben igual, las he probado en ambos lugares.  Estoy seguro de que muchos de ustedes también.

Para mi sorpresa y bendición, su manager lo partió por el medio con su respuesta. Le dijo que no sólamente Puerto Rico, sino que Guam, Hawaii, y otros territorios y protectorados de los EE.UU. eran sólamente swap the license and that’s all.

Ken volvió a virar sus ojos, me tomó la foto y me cobró el importe con mi tarjeta de banco del Banco Popular de PR. “Do you see? It works”, le dije refiriéndome a la transacción con la tarjeta.

Inmutado, Ken me dió el “papelito” con el código de barra. Ni siquiera me pidió un comprobante de residencia. God Bless America. Pude haber dicho que vivía en la Calle Boquete, Esquina Tapón, 4to. Piso, 3er. Escalón, Bremerton WA, 98310.

Me fui de esa oficina, súper orgulloso con mi papelito, y aunque esperé tres semanas para que llegara mi licencia al correo, le doy gracias a mi madre por haberme hecho tan valiente. Ser un corderito de rebaño ya no está de moda, para acabar con la ineficiencia we must be ready to always fight the oppression back.

José Castro is a native Puerto Rican teacher and librarian with a Master of Information and Library Sciences from the University of Puerto Rico and a Bachelor of Secondary Education. José is also a human rights activist. He is passionate about serving underserved communities, and has worked with local Kitsap communities, including Latinx, as well as educational and library institutions in Puerto Rico. José is also an avid outdoors enthusiast who loves backpacking, camping, and hiking. He came to Washington in 2017 after a natural disaster in Puerto Rico, where he lived for 34 years. The Kitsap community has adopted him since his arrival.